En 1976 cuatro mujeres iniciaron la caída de la dictadura del General Hugo Banzer Suarez, para obtener la liberación de sus esposos, emprendieron una Huelga de Hambre días antes de la navidad de 1976, fue una de las dictaduras más duras en Bolivia, que veintidós días después ascendió a más de mil personas huelguistas, hecho que doblego al golpista y obligado a ceder para que después de seis meses más tarde abandone el poder. Al principio nadie creía que la huelga de las madres mineras quebraría el gobierno de Banzer, pero fue el principio del fin del régimen militar. Las cuatro mujeres mineras junto a sus 20 hijos iniciaron una huelga de hambre que terminó 23 días después cuando Hugo Banzer Suarez convocó a elecciones generales y declaró amnistía irrestricta, lo que permitió que 348 exiliados vuelvan al país.
“Yo he venido con todos mis hijitos desde Llallagua a La Paz. He dicho: ‘mejor me muero con todos mis hijitos’”, recordó años después, Nelly de Paniagua. En 1976, decidió entrar a la huelga de hambre en protesta por la persecución política, la detención y el exilio de dirigentes por parte del gobierno. La decisión y las razones de entrar al ayuno voluntario fueron compartidas por otras tres amas de casa mineras: Luzmila de Pimentel, Angélica de Flores y Aurora de Lora, quienes iniciaron la huelga de hambre el 28 de diciembre de 1977. Al principio, nadie creía en el movimiento de las madres mineras como instrumento para quebrar al gobierno militar de Banzer. Sin embargo, tres días después se sumó a la protesta Domitila Chungara y el padre Luis Espinal. En los siguientes 14 días, 1.500 personas masificaron la huelga. Después, los trabajadores y el pueblo en general se volcaron a las calles para pedir la amnistía irrestricta y el fin del régimen dictatorial. La huelga terminó el 19 de enero de 1978, pero encendió la mecha de la presión social que puso fin al gobierno de Banzer el 21 de julio de 1978 A las cuatro mujeres de mineros se les unieron religiosos y religiosas, jóvenes, estudiantes, es decir, actores sociales y no políticos, en el sentido de que ninguno de estos grupos o personas se lanzan a la búsqueda del poder. Los sindicatos y algunos partidos políticos apoyan sin ninguna duda la huelga, pero en ningún momento son ellos quienes la controlan ni fijan su contenido. Así, cada uno puede unirse y reconocerse en ella, pues no se trata de una acción concertada y planificada sino de un movimiento que encuentra en lucha su propia dinámica. Similar hecho sucedió en Octubre de 2003, cuando las mujeres alteñas decidieron salir a las calles y protestar en contra del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien de igual forma y de manera brutal arremetió contra la población alteña en su intento de comercializar el gas mediante el país Chile, sin considerar los problemas de historia que se mantenía con ese país y ante políticas discriminatoria y opresivas en contra de los Bolivianos, de ahí que la participación de las mujeres en la defensa de los derechos humanos hace meritoria su reconocimiento por el nuevo estado plurinacional y que la participación de las mujeres ahora son reflejas en las distintas decisiones políticas implementadas por el Estado Plurinacional. Sin dejar de lado la participación de las mujeres bolivianas que ofrendaron su vida por mantener un Estado igualitario y la búsqueda de equidad de género, este articulo va en memoria también de la primera mujer que asumió una tarea muy difícil ante las políticas patriarcales como es Ana María Romero de Campero más conocida como “Anamar”, Desde ese cargo, desplegó una gran campaña de promoción de los derechos humanos de sectores ignorados hasta el momento en la sociedad boliviana, como los homosexuales, las prostitutas y los indígenas trabajadores urbanos y rurales1. Su papel como representante de demandas sociales frente al Estado, tuvo su ejemplo más notorio, cuando inició una huelga de hambre en una iglesia de La Paz, junto a una gran cantidad de dirigentes indígenas, sindicalistas, maestros y estudiantes, en protesta por la violenta represión del gobierno de Sánchez de Lozada en la denominada “Guerra del Gas” de 2003.
“Yo he venido con todos mis hijitos desde Llallagua a La Paz. He dicho: ‘mejor me muero con todos mis hijitos’”, recordó años después, Nelly de Paniagua. En 1976, decidió entrar a la huelga de hambre en protesta por la persecución política, la detención y el exilio de dirigentes por parte del gobierno. La decisión y las razones de entrar al ayuno voluntario fueron compartidas por otras tres amas de casa mineras: Luzmila de Pimentel, Angélica de Flores y Aurora de Lora, quienes iniciaron la huelga de hambre el 28 de diciembre de 1977. Al principio, nadie creía en el movimiento de las madres mineras como instrumento para quebrar al gobierno militar de Banzer. Sin embargo, tres días después se sumó a la protesta Domitila Chungara y el padre Luis Espinal. En los siguientes 14 días, 1.500 personas masificaron la huelga. Después, los trabajadores y el pueblo en general se volcaron a las calles para pedir la amnistía irrestricta y el fin del régimen dictatorial. La huelga terminó el 19 de enero de 1978, pero encendió la mecha de la presión social que puso fin al gobierno de Banzer el 21 de julio de 1978 A las cuatro mujeres de mineros se les unieron religiosos y religiosas, jóvenes, estudiantes, es decir, actores sociales y no políticos, en el sentido de que ninguno de estos grupos o personas se lanzan a la búsqueda del poder. Los sindicatos y algunos partidos políticos apoyan sin ninguna duda la huelga, pero en ningún momento son ellos quienes la controlan ni fijan su contenido. Así, cada uno puede unirse y reconocerse en ella, pues no se trata de una acción concertada y planificada sino de un movimiento que encuentra en lucha su propia dinámica. Similar hecho sucedió en Octubre de 2003, cuando las mujeres alteñas decidieron salir a las calles y protestar en contra del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien de igual forma y de manera brutal arremetió contra la población alteña en su intento de comercializar el gas mediante el país Chile, sin considerar los problemas de historia que se mantenía con ese país y ante políticas discriminatoria y opresivas en contra de los Bolivianos, de ahí que la participación de las mujeres en la defensa de los derechos humanos hace meritoria su reconocimiento por el nuevo estado plurinacional y que la participación de las mujeres ahora son reflejas en las distintas decisiones políticas implementadas por el Estado Plurinacional. Sin dejar de lado la participación de las mujeres bolivianas que ofrendaron su vida por mantener un Estado igualitario y la búsqueda de equidad de género, este articulo va en memoria también de la primera mujer que asumió una tarea muy difícil ante las políticas patriarcales como es Ana María Romero de Campero más conocida como “Anamar”, Desde ese cargo, desplegó una gran campaña de promoción de los derechos humanos de sectores ignorados hasta el momento en la sociedad boliviana, como los homosexuales, las prostitutas y los indígenas trabajadores urbanos y rurales1. Su papel como representante de demandas sociales frente al Estado, tuvo su ejemplo más notorio, cuando inició una huelga de hambre en una iglesia de La Paz, junto a una gran cantidad de dirigentes indígenas, sindicalistas, maestros y estudiantes, en protesta por la violenta represión del gobierno de Sánchez de Lozada en la denominada “Guerra del Gas” de 2003.
No hay comentarios:
Publicar un comentario